Muy buenas a todos. Hoy venimos a ahondar un poquito más acerca del Alcázar de los reyes cristianos de la ciudad de Córdoba. El concepto que queremos tratar hoy es el del agua en tan interesante edificio. Para ello, necesitamos remontarnos un poco más atrás y así, llegar hasta el tiempo de los romanos. Ellos, que establecieron la ciudad de Córdoba donde está sigue a día de hoy, eligieron esta ubicación por, entre otras razones, la masiva presencia de agua.
En época imperial es cuando se establece el primer acueducto en las inmediaciones de la ciudad. Este estaba a unos 19 kilómetros de distancia y la mayor parte de sus canalizaciones discurrían bajo tierra. En un primer momento se llamó “Aqua Augusta” para luego, con el tiempo, pasar a llamarse “Aqua Vetus”. Posteriormente se construyó un segundo acueducto, denominado “Aqua Nuova Domitiana Augusta” que combinado con el primero, convirtieron a Córdoba en una de las ciudades mejor abastecidas de todo el imperio.
Se construyó un tercer acueducto en Córdoba en la zona donde se levanta a día de hoy la estación de autobuses pero en época bajo imperial, es decir, un poco más tardío que los anteriormente mencionados. Este último sería el que abastecería a día de hoy las albercas del Alcázar.
Otro de los puntos que traían agua a la zona del Alcázar, sería el hoy conocido como molino de la Albolafia. Aunque las diferentes transformaciones en su estructura a lo largo de los años no nos permiten fecharlo con exactitud, lo que sí sabemos es que estuvo en funcionamiento hasta finales del S. XV, cuando Isabel la Católica lo mandó desmantelar. Esta estructura habría servido para abastecer de agua la zona de las antiguas huertas del Alcázar convertidas en jardines de inspiración arabesca en la actualidad.
No puedo terminar esta entrada de blog sin comentar la anécdota que muchos en la ciudad de Córdoba saben acerca del porqué de la desmantelación del citado molino. Existen dos versiones acerca de este hecho. La más creída y contada en la ciudad, es la que habla de que el ruido de la estructura no dejaría a Doña Isabel dormir y por eso mandaría su desmantelación. Pero, otros documentos sugerirían que, la mala salud de la reina haría que fueran sus médicos quienes mandaran su desmantelación para garantizarle un necesario descanso y mejorar así su delicado estado.
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